Tavistock: La historia de Keira Bell

La historia de Keira Bell y el principio del fin de la mayor clínica trans de Londres
     

Mientras hay países que se están viendo obligados a retroceder en la imposición de leyes ideológicas como son las leyes trans, en España parece que nos encanta probar cosas que ya se ha demostrado no funcionan en otros lugares, como puede ser el comunismo o este tipo de leyes de género, conozcamos un poco la historia de Keira Bell.

Lo que vamos a vivir en España en los próximos años ya ha sucedido en países como Suecia o Reino Unido, donde me voy a centrar y más concretamente en el referente de su sistema sanitario público y la clínica instituto Tavistock y Portman.

Lo acontecido en esta clínica no nos debe dejar indiferentes, es lo que con las leyes que se están aprobando en España, va a suceder con adolescentes y jóvenes de este país, donde a consecuencia de la ley trans, se les va a arruinar su vida a jóvenes que tan solo pasan por un momento de confusión típico de la adolescencia o que tienen otro tipo de problemas que nada tienen que ver con la disforia.

Si bien es cierto que puede beneficiar inicialmente a un pequeño grupo de personas, un grupo realmente muy pequeño, tampoco existe la evidencia científica a día de hoy de las consecuencias que pueda acarrear en un futuro a esos jóvenes los tratamientos a los que se les somete.

El instituto Tavistock, ¿La clínica del horror?

Para entender lo que sucedía en Tavistock y la historia de Keira Bell, hay que remontarse al año 2004 en el que en el Reino Unido se aprueba la ley que garantiza la libre autodeterminación sexual “Gender Recognition Act“, ley que reconoce este derecho y donde se usa indistintamente sexo y género llegando a hacerlos equivalentes cuando conviene, al igual que la actual conocida “ley trans” en España.

Esta ley al igual que la española hasta ahora, ponía 3 requisitos para poder llevar a cabo el cambio de sexo legal, ser mayor de edad, haber vivido 2 años en el género “sentido” y tener el diagnóstico de disforia de género, en ningún caso al igual que en España era necesario ningún tratamiento médico más allá del diagnóstico para poder acceder al cambio registral.

En el Instituto Tavistock del Reino Unido no se analizaban ni las causas ni el contexto por el que se trataba a los menores, no existía ninguna explicación clínica sobre varios datos de cómo se diagnosticaba la disforia de género de inicio rápido en menores tales como:

  • El incremento desproporcionado de niñas sobre niños tratados en el instituto en un periodo de muy pocos años.
  • El registro de menores diagnosticados con otro tipo de trastornos mentales.
  • Datos sobre menores que hayan consentido el tratamiento y el grado de madurez de los mismos
  • Datos sobre el uso de bloqueadores de la pubertad y cuando llevan al tratamiento con hormonas cruzadas.

Keira Bell

Keira Bell es una joven británica que como otros muchos adolescentes, paso por el período de tener dudas sobre su identidad de género a los 15 años y que acabó en manos de la clínica Tavistock.

Con solo 3 sesiones en el instituto se llegó a la realidad de que era un “hombre trans”, comenzando con el bloqueo de la pubertad mediante tratamientos hormonales, pasando en tan solo un año, con 16, a tomar testosterona para desarrollar caracteres sexuales masculinos secundarios, hasta llegar a los 20 años cuando se sometió a una doble mastectomía.

Pasado un año de esta cirugía, Keira vio como la ansiedad por verse como un hombre no remitía y que se estaba engañando a sí misma, concluyendo que su “transición” había sido algo precipitado, consecuencia de la falta de madurez para darse cuenta de las repercusiones que iban a tener sus decisiones anteriores.

Esto la llevó a demandar a la clínica Tavistock ante la justicia británica, por haber consentido todo este tratamiento, bloqueo de la pubertad, tratamiento hormonal cruzado y cirugías de reasignación, habiéndose llevado a cabo tan solo 3 sesiones anteriores con médicos y psicólogos siendo menor de edad.

Junto a Keira se unió a la demanda la madre de una menor con problemas de trastorno autista que también estaba en la lista del instituto, un dato importante ya que se estima que 1 de cada 2 menores que pasaban por las manos de Tavistock tenían rasgos del espectro autista, dato que en la clínica “pasaban” por alto, sin tener en cuenta que desde los años 90 hay estudios que establecen ciertas conexiones con el diagnóstico del autismo y el diagnóstico de la disforia de género.

La sentencia

El 1 de diciembre de 2020, el tribunal supremo británico falló a favor de la demanda de Keira Bell y la madre anónima, lo que supuso un freno a todo el dogma trans y a las leyes de identidad de género en ese país.

En la sentencia se ponían de relieve varias lagunas en torno a cómo se trataba a los menores en Tavistock, así como que la información que se daba tanto por la clínica como por el sistema de salud británico, ni fue del todo exacta ni cumplia ningún tipo de método científico para diagnosticar la disforia de género, llegando a afirmar que el uso de bloqueadores de la pubertad no tiene efectos secundarios y es totalmente reversible, cuando no se tenían suficientes datos para poder llegar a está afirmación.

Gracias a esta sentencia, se modificó la forma de diagnóstico de disforia de género así como los protocolos a seguir por este tipo de clínicas y la información que ofrecían las plataformas transactivistas al respecto.

Para que un menor de su consentimiento al tratamiento, este debe entender:

  • Las consecuencias inmediatas que acarrea este tipo de tratamientos, tanto a nivel físico como fisiológico.
  • Que al someterse a un tratamiento con bloqueadores de la pubertad, en la mayoría de los casos revierte en un tratamiento hormonal cruzado así como cirugías de reasignación, con las implicaciones que estos tratamientos tienen.
  • Que el tratamiento con hormonas cruzadas llevan a la pérdida de fertilidad y tienen un alto impacto en la función sexual, con las repercusiones que esto conlleva en sus futuras relaciones.
  • Las consecuencias físicas a largo plazo al tratarse de un tratamiento experimental e incierto.
 
Como conclusiones en la sentencia, los jueces británicos consideraron que un menor de 16 años no está suficientemente capacitado para dar su consentimiento a estos tratamientos, así como que los menores entre 16/18 años cuenten con una sentencia judicial favorable para recibir estos tratamientos y poder ser tratados.
 
Finalmente, en España, nuestros legisladores por lo visto desconocen todos estos datos o historias como la de Keira Bell entre otras, experiencias de otros países donde ya han tenido leyes similares a la “ley trans” española y que han fracasado sobre todo con los menores.

 ¿Llegará la Keira Bell española?

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