Esa Derecha malvada y terrible

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Para comenzar remontémonos a 1789, cuando se votó en Francia para decidir cuanto poder debía tener la monarquía. A la derecha del Rey Luis XVI se sentaron los que querían mantener el sistema como estaba y a la izquierda se agruparon los miembros del Tercer Poder que era el pueblo en general. Con esto se dio inicio a la dicotomía de izquierdas y derechas, donde los de izquierda defendían el progreso, el liberalismo y al pueblo; mientras que los de derecha, el conservadurismo, el sistema imperante y el orden. Con el tiempo, como es natural, lo que promueve cada grupo ha ido acogiendo o desechando ciertas ideas políticas y/o estrategias. Con la integración a la izquierda de ideologías como el Socialismo, el Nacional Socialismo y el Comunismo, genios en propaganda, se ha ido sembrando en la sociedad la noción que tener inclinación hacia la derecha es algo intrínsecamente malo.

De una forma muy inteligente los de izquierda se remontan a la Revolución Francesa para apoyar su tesis de la maldad derechista. Ilustran que los nobles y el clero (derecha) estaban en contra del cambio para seguir sometiendo al pueblo (izquierda). Continúan esta narrativa con todas las Revoluciones Burguesas de los siglos XVIII y XIX, suman la Revolución Bolchevique y aúnan a todas las revueltas contra las dictaduras de América Latina del siglo XX. Así, con descarada impunidad han ido tergiversando y acomodando la historia para vender sus ideas.  Pero el mayor logro ha sido demonizar a la derecha y avergonzar a quienes defendemos sus ideales.

A la derecha le han llamado de todo, despiadados explotadores capitalistas, racistas, xenófobos, homófobos, negacionistas y cuanta cosa se les ocurra. ¿Han notado que los medios de comunicación no tardan en llamar a cualquiera ultraderechista mientras que lo más lejos que llegan con su contraparte es izquierda? Esto no es al azar, porque es la estrategia vencedora propagandística que intenta borrar el pasado violento de los de izquierda. Por tanto, hagamos un breve repaso:

En la Revolución Francesa, en nombre de la Libertad, Igualdad y Fraternidad se llegaron a decapitar 800 personas diarias por haber sido parte del clero o por oponerse a los cambios que proponían.

Con la Revolución Bolchevique inició el experimento del socialismo para llegar al comunismo, el saldo: campos de concentración (gulags), millones de muertos por hambruna, persecución política, desmanes totalitarios e imperialismo con el establecimiento de la URSS.

Con la llegada del Nacional Socialismo (NAZI) en Alemania, Hitler asesinó mas de 6 millones de judíos, estableció el concepto de la raza aria como algo superior, estableció la eugenesia y persiguió a disidentes.

En la Italia Fascista, también de izquierda, la intención era hacer realidad el concepto de la Gran Italia imperialista basado en la absoluta hegemonía de Roma en el mar Mediterráneo.

En la China de Mao Tse Tung una vez más, bajo la bandera de un régimen de izquierda, millones murieron de hambre, cientos de miles de niños fueron arrancados de sus hogares en la gran revolución cultural, se eliminaron las instituciones y el estado se volvió omnipresente.

En Cuba,  que tanto se dijo que su revolución era más verde que las palmas. Con una gran mentira y mucha propaganda se estableció otro gobierno de izquierdas que ha sumido a una de las naciones más prósperas del mundo en una gran cárcel llena de miseria. También han habido campos de concentración para homosexuales, religiosos y disidentes.

En Amércia Latina, además de la corrupción secular que padecen, cada vez que gobierna la izquierda, la pobreza, la inflación y la falta de libertades se disparan. Ejemplos sobran: Venezuela, México, Bolivia, Chile, Argentina y ahora se le suma Colombia.

Todas las formaciones de izquierda han tenido en común el establecimiento, o al menos el intento, de gobiernos totalitarios. La creación de un enemigo externo que amenaza con la guerra siempre inminente. La eliminación de la separación de poderes, la persecución política, el aumento de la pobreza y la inflación. La dictadura de los funcionarios, donde el tráfico de influencias es la moneda de cambio. La dependencia total del Estado y la exaltación del Líder como ser supremo. El adoctrinamiento total desde edades tempranas. La persecución contra la religión y la disidencia. En estos regímenes los pocos que detentan el poder viven en el derroche y la abundancia mientras que el resto en la miseria y la violencia. Han perseguido, encarcelado y asesinado a las minorías que ahora dicen defender: díganse negros, extranjeros, homosexuales e inmigrantes. Todas han sido sumamente violentas y no encuentran otra forma, porque no la hay, de imponer sus ideas que no sea por medio de la fuerza.

Algunos que lean este artículo con seguridad afirmarán que otras formaciones que no son de izquierda han hecho lo mismo, y les daría la razón. Pero también hay que tener en cuenta que estas formaciones en naciones democráticas son las que han abogado por la abolición de la esclavitud, la eliminación de la persecución por orientación sexual y la convivencia pacífica. Han sabido reconocer sus errores y en mayor o menor medida los han rectificado. Sin embargo, los otros, los de izquierda, no sólo no admiten que todos esos horrores los han causado ellos, sino que se los achacan a sus opuestos y les hacen creer que son víctimas y que velan por todos, siempre que no se opongan a ellos, claro.

En resumen, esa derecha es tan, pero tan mala que lo único que ha hecho por nosotros es brindarnos prosperidad, paz y en donde se ha podido, desplazar a una izquierda totalitaria y asesina. Ay! esa derecha malvada y terrible que viene a lanzarnos a las fauces despiadadas de la Libertad.

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