Pequeño recordatorio de las argucias de la extrema izquierda para el acceso y su permanencia en los diferentes ámbitos de poder.
Democracia, derechos y libertades
Una vez más (y van…) asistimos a la burda utilización de los sentimientos, inquietudes y temores de la población en España. Como en una repetición constante a lo Bolero de Rabel, la extrema izquierda usa su argumentario totalitario para intentar controlar y dirigir los designios de nuestro país, aprovechando sobre todo los malos momentos económicos.
Como se ha demostrado a lo largo de la Historia, siempre que un comunista ha tenido responsabilidades al frente de un Gobierno, sus habitantes han retrocedido en derechos y libertades, mientras que esos dirigentes usaban de forma dictatorial los resortes del Estado, de las instituciones a las que decía representar.
La criminalización y señalamiento de los demás es palpable en tiempos de crisis, pues se sienten muy cómodos en el reparto de carnets de “verdaderos demócratas”, y en el uso sin complejos de palabras gruesas y discursos incendiarios para deslegitimar el resto de opiniones.
Descrédito o apropiación de las instituciones.
Una de las estrategias de la extrema izquierda, que se aplica de forma clara en muchas “democracias fallidas” de países americanos, es suplantar, desacreditar o apropiarse de aquellas instituciones de prestigio, consideradas independientes o que tengan encomendado un contrapeso al poder político.
Empleo y educación
Como bien decía el Ex-Presidente Aznar, la mejor labor social de cualquier gobernante es fomentar la creación de empleo. Con un trabajo, no sólo tienes ingresos, sino que contribuyes con tus propias cotizaciones a financiar los recursos que utilizamos todos, aumentan las posibilidades de desarrollarte de forma individual y hasta te sientes útil en la sociedad.
La extrema izquierda en todo el mundo, y España no es una excepción, lucha –normalmente de forma literal- contra esa libertad, con su discurso del miedo. Su enemigo es el capitalismo y lo enfrentan con la necesidad de un Estado fuerte, para que los individuos sean dependientes del maná público. Prefieren que uno sea más fácilmente manipulable o incluso agradecido con el poder que le tutela, que le guía ¡y ya de paso le arrebata su dignidad!
No quiero olvidar la manipulación y el uso torticero que hacen de la Educación. Como hemos visto en Cataluña desde hace décadas, el férreo control del temario educativo ha llevado a una manipulación mental de los individuos, desde tierna infancia hasta su edad adulta, para continuar inoculando sus perversas ideas colectivistas. Una persona formada y que piense por sí misma es el mejor antídoto contra los totalitarismos.
Lo social y el tejido asociativo.
Hemos de añadir la vertiente social, con el apoyo entusiasta a causas buenistas, que esconden un arrinconamiento de quienes no pensamos como ellos, como pueden ser la ecología, igualdad de derechos o participación ciudadana.
Es un mantra más de la izquierda proporcionar una falsa sensación de control y participación a la ciudadanía. Mientras su objetivo primordial es controlar todos los resortes de los poderes públicos (justicia, medios de comunicación, educación, fuerzas de seguridad), crean un tejido asociativo afín, “la marca blanca de confianza”. Así los ciudadanos no sospechan, consideran que están ayudando con su propio esfuerzo a un bien común. Desde el poder continúan alimentando su control con subvenciones generosas pagadas por todos, pero revestidas de un tamiz social, que es más sencillo de vender ante la opinión pública.
En resumen, la hoja de ruta de la extrema izquierda -adaptada a la explotación de sus soluciones a las inquietudes de la sociedad en cada momento- sigue persiguiendo lo mismo desde hace décadas: hacer creer que la solución a cualquier problema hay que abordarla desde SU Estado.
Héctor Ayala Quintana.
Técnico en Ciberseguridad.
@hectordeayala