Sentir o no sentir la patria, esa es la cuestión

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Una de las estrategias que tiene la extrema izquierda es la propaganda falsaria, vertida a todas horas a través de sus cómplices; los propagadores y voceros, la mayoría de TVs al servicio del mal, al servicio de este gobierno que subvenciona con ingentes cantidades de dinero del presupuesto para tenerlas controladas. Envenenando a la opinión pública con sus mentiras, con informaciones manipuladas o tergiversadas de forma pertinaz, e incluso, delictiva, pues el papel de los medios de comunicación en una sociedad democrática está bien reglado en la Constitución y no esta bazofia de medios que tenemos.

Según la Carta Magna:

De los derechos fundamentales y de las libertades públicas

Artículo 20

d) A comunicar o recibir libremente información VERAZ por cualquier medio de difusión

El derecho a la información es un derecho fundamental. Es un derecho esencial inalienable para promover la transparencia de las instituciones públicas y para fomentar la participación ciudadana en la toma de decisiones en una nación libre.

Por ello, en vista que en España la inmensa mayoría de medios, salvo un puñado de valientes que aún siguen informando verazmente, casi de forma clandestina, los ciudadanos de bien tenemos que dar la batalla y luchar por revertir el relato cultural marxista, el nuevo lenguaje inclusivo. El llamado marxismo cultural o el socialismo del siglo XXI. Éste quiere destruir los fundamentos etimológicos de la lengua española, para ello utilizan esos medios intoxicadores que constantemente quieren borrar nuestra historia, vilipendiando nuestras costumbres, nuestra memoria, enterrando a nuestros héroes y mancillando el nombre de España en cada exhalación de su verborrea, inyectando el veneno de la mentira, la falsedad y el descredito como nación ante el mundo, que ven perplejos como va calando ese relato en los jóvenes que cada vez van ignorando más a su propia patria.

La desinformación, la manipulación y el adoctrinamiento, junto con unas execrables leyes de educación que llevan imponiéndose en España desde hace más de 25 años, ha conseguido el mayor grado de borreguismo en una sociedad. La idiocia y la estulticia de la misma no sería posible sin esa educación perversa y maligna que convierte a los seres humanos en un colectivo sin alma, sin conciencia de nación, sin apego a la cultura ancestral, a las tradiciones y a nuestra historia milenaria. Es como haberles hecho durante estos últimos 25 años, un reseteo de la memoria o un borrado de la conciencia histórica que todos deberíamos tener como ciudadanos libres de una nación libre y democrática. Es una ingeniería social diseñada por el PSOE y continuada por el PP─ ambos sirviendo a intereses espurios del globalismo criminal─ que jamás tuvo el mas mínimo interés en hacer algo con esa planificación criminal, a pesar de que podía haberlo revertido cuando obtuvo mayoría absoluta, primero con Aznar y posteriormente con Rajoy.

Ser o no ser, esa es la cuestión”, es la primera frase del discurso pronunciado por el príncipe Hamlet en la obra de William Shakespeare. Yo solo he cambiado el verbo ser por el de sentir, pues éste tiene una trascendencia fundamental para discernir la importancia de una nación y la de sus ciudadanos. En España hay un porcentaje de ellos que ni sienten ni padecen, es más, se sienten más de fuera que de dentro, mas enemigos que amigos y más antiespañoles que españoles. No creen, no sienten, no aman la tierra donde nacieron, pues odian todo aquello que lo representa; su cuna, sus ancestros, su cultura, sus tradiciones y hasta su sangre.

Luchar por lo que uno cree es uno de los sentimientos más puros y nobles al que puede optar un ser humano. Luchar por defender la patria es aún más grande y hermoso. No alcanzo a entender a aquellos que no tienen esos sentimientos, esos valores, el vacío tan inmenso que tienen que sentir en sus corazones, pues es como no sentir nada por nadie, incluso nada por la propia madre o por el hijo. Desprovistos de toda empatía humana, a merced del odio y la frustración. Encolerizados y amargados en su propia y miserable existencia. Es por esto por lo que nos odian tanto, pues en el fondo, es la envidia más cruel la que sienten por nosotros, los que nos consideramos patriotas, que es tan simple como amar a la patria por encima de cualquier consideración, pues en esa patria está todo lo que puede anhelar cualquier persona decente: el amor a la familia, el amor a la tierra que te vio nacer, el amor a aquellos que conforman tu nación: los amigos, tus seres queridos, tus vecinos y foráneos, tus conciudadanos, pero también a los que llegaron después de otras tierras lejanas y lucharon por sentir a su nueva patria y lograron integrarse como el primero.

Sentir la patria es amar al prójimo como a ti mismo, es respetar a los mayores, es educar en conciencia a nuestros hijos, es ayudar al que no tiene, es guiar a los jóvenes por el camino correcto, es enseñar al que no sabe, es consolar al que sufre, es honrar a los muertos, a nuestros héroes caídos y ensalzar a aquellos que dan la vida por nosotros día a día sin pedir nada a cambio, como nuestros CCFFSE, nuestro ejército, nuestros hombres y mujeres que siempre están ahí, velando por los más débiles y sacrificándose por el bien común. Sentir la patria es albergar en nuestra memoria indeleble, en nuestra alma y en nuestro corazón los sentimientos mas puros y nobles y agradecer a mis padres, al destino y a Dios el haber nacido en un país tan maravilloso como España, pues sentir mi patria es sentir profundamente a España.

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