Si yo fuese comunista.

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Habiendo ido al colegio, recordando con edad adulta, a grandes rasgos, lo que allí cuentan del comunismo, es probable, que, siendo mayor de edad, “ma non troppo “, me dejara seducir por la idea de la igualdad para todos los hombres. Perdón, hombres, mujeres, trans, bi, no bi, y un largo etcétera. Es probable que quisiera un estado de bienestar para todos y cada uno en una libertad a medida. Podría aceptar, quizás que esa libertad estuviese fuertemente regulada para obtener así ese estado de paz y no tener que preocuparse ninguno por la subsistencia y la seguridad,  siendo esa parte de la pirámide solventada por el Estado de turno. Es lógico que, ante esas utopías alentadoras, se me olvidara todo lo que salió mal en los comunismos anteriores, seguramente por razones de codicia y avaricia, que obviamente, los hombres de hoy en día no tenemos. Perdón, hombres, mujeres, trans, bi, no bi, y un largo etcétera. También podría ser que la idea de proteger a los animales del consumo me sedujese, puesto que quién haya visto la mirada de un animal, queda cautivado por el ser inocente que hay detrás. No lo neguemos… Podría hasta pensar, que, como es de lógica aplastante, hay que cuidar del planeta que es nuestra casa grande y que somos un peligro para los ecosistemas del planeta, como ya hemos demostrado tantas veces. La igualdad para todos los hombres y animales. Perdón hombres, animalos, mujeres, animalas, (que no “mujeres animalas”, ¿o sí, también?) trans, animatrans, y un largo etcétera… ¿quién no estaría a favor?

Si me parase ahí, y en lo que dice la tele, sería comunista. El gran error del ser humano es querer llegar a más. Por eso, sería comunista, porque no querría llegar a más que los demás. El problema surge cuando uno de tus compañeros se desmarca, y ya no es igual que los demás, ni quiere serlo. Puede ser porque quiera más bienestar, o porque quiera más vacaciones que los demás, o porque quiera más bienes, o porque simplemente quiera pensar más. Pensar más es un verdadero problema, porque no se puede frenar la reflexión de uno. Al fin y al cabo, es la única libertad que no nos pueden, hoy por hoy, arrebatar: el pensamiento.

Pues bien, cuando llega ese bastardo enemigo de las igualdades, ese pensador furtivo, y nos evidencia ciertas cosas a las que no había elevado la mente, por ser igual que los demás camaradas, tenemos dos opciones: fusilarlo (en plan más, o menos literal) o hacer de tripas corazón y oír, aunque sea de lejos, su discurso radical. Ese discurso sería algo así como que existen unas élites, de facto, que controlan la masa. Sí, existen, sí, no son iguales de pobres, ni iguales de transigentes, ni iguales en riquezas, ni iguales en nada a ti, pequeño comunista de tres al cuarto que cree en el reparto equitativo. Resulta que hoy por hoy, seguramente culpa del capitalismo liberal extremista y desenfrenado que permite que un hombre amase tanto dinero como para alimentar un continente completo durante 60 años, existen las élites. El que existieran familias nobles sin capitalismo, lo obviamos, pero como buenos comunistas, sabemos que el capitalismo es malo, y en este caso, su exceso de libertad provoca es desbarajuste en esa igualdad etérea y sublime (no divina, por Dios, digo por…) que pregonamos.

El furtivo pensador nos asegura que podemos consultar en Wikipedia la existencia de esas élites, incluso su procedencia y sus conexiones empresariales, cosa que sin quererlo, miraremos, solo a los que nos puede la curiosidad. Ya nos desmarcaremos de la masa de iguales, por curiosos.  Resulta que el Foro de Davos está lleno de magnates que quieren que seamos más iguales y más ecológicos. ¡Quieren lo mismo que nosotros los comunistas!. Ah, pero resulta que esos hombres tan comunistas y socialistas (y ecológicos) van en jets privados, acompañados de sus séquitos también en jets privados. Resulta que el menú vegano y ecológico incluye unos pocos animales de matadero. Resulta que son dueños de grandes corporaciones, (aunque también de ONGs) que mueven ingentes cantidades de dinero. Eso ya no nos hace casi iguales. En las reuniones de esas personas ”elegidas” resulta que tienen claro que ellos no quieren ser como nosotros, sino que quieren además que seamos igualmente esclavizados, todos por igual, ya no podrás decidir nada, lo dictarán desde sus mansiones y nos aplicarán el mismo rasero. Vaya, pensábamos ser todos iguales de ricos, y resulta que ellos quieren que los demás seamos iguales de pobres.

Por otro lado, la ecología es importante, pero resulta que los jets son uno de los medios más contaminantes que hay, y con todo su dinero, no quieren hacerlos eléctricos. ¿Por qué será? Resulta que esta élite capitalista quiere implantar una agenda, la 2030, que es la que nos está quitando la propiedad privada (ni coches, ni casas para la plebe), la soberanía alimentaria (sus tentáculos se infiltran los gobiernos y legislan en contra del sector primario obligando a comprar semillas que están patentadas) ¿pero no era el planeta de todos? ¿se puede patentar la vegetación existente? Es decir… privatizamos los recursos naturales y así , mandan ellos. ¿pero no éramos comunistas? De todo para todos, ¿No? Pues sí, todas las prohibiciones y obligaciones de la agenda para todos, excepto para la élite, que es dueña de casi todo.

Pues bien, ahora dejemos que cortocircuiten los conceptos antitéticos de poder capitalista infinito y comunismo igualitario. Veis, el comunismo prohíbe pensar porque no se sostiene el ideal publicitado con las ideas de los que lo promueven. Una vez se desenmascara podemos preguntarnos quién defiende la igualdad de oportunidades real frente a la 2030 y el NWO. ¿Qué defiende que los hombres (englobados por igual sea cual sea su condición, género, ideal, apetencias) sean tratados por igual y valorados por sus méritos y aptitudes propias? ¿Quién defiende a la sociedad frente a la sumisión ideológica y fáctica de las élites? Por algo las élites se han adueñado del 90 por ciento de los medios de comunicación mundiales. Repetir el mantra base sin dejar ahondar más allá de la verdad de consenso, hacia la verdad real, es lo que les protege de ser perseguidos por las muchedumbres desengañadas.

¿Cómo explicar que las izquierdas y ultraizquierdas occidentales persigan y se sometan a estos multimillonarios radicales, a estas multinacionales globalistas que son todo menos un ideal de progreso, humanismo y ecologismo? ¿Será que les mueve el dinero? ¿No, en serio?

Efectivamente, se dice que de joven se es comunista, y de mayor ya no lo eres. De joven eres crédulo en unos ideales vendidos, y en la madurez te das cuenta de que lo importante son los valores. Joven comunista, ya te diste cuenta que los únicos que defienden  la verdad, sea cual sea, y te defienden sin tabúes, de los valores nazificados del globalismo del Foro de Sao Paulo y de Davos, es Vox?

Nathalie GUICH
Dibujante de prensa

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