García Ortiz dimite como fiscal general tras condena del Supremo
Álvaro García Ortiz es el quinto fiscal general en dimitir desde 1978 y el primero en hacerlo por sentencia judicial. El Tribunal Supremo lo condenó por revelar información reservada de la causa al novio de Isabel Díaz Ayuso.
Una institución bajo presión
La Fiscalía General del Estado ha operado históricamente bajo intensas presiones políticas. José Manuel Mata la comparó con «la parrilla de San Lorenzo, que primero te ponen de un lado y luego de otro». Esta inestabilidad ha marcado a la institución desde la Transición.
Antecedentes de la inestabilidad
Desde Juan Manuel Fanjul, el primer fiscal general en 1978, el cargo ha sido descrito como una «máquina trituradora» o «silla eléctrica». Varios de sus titulares han tenido mandatos breves o han dimitido por tensiones con el Gobierno de turno, como Luis Antonio Burón, quien renunció en 1986 por el ‘caso Banca Catalana’.
Repercusión y relevancia actual
La condena de García Ortiz por el TS ha convulsionado el Estado de Derecho. Su dimisión se produce tras ser declarado «inidóneo» por el CGPJ y enfrentado a una parte notable de la carrera fiscal que no le reconocía autoridad. Teresa Peramato se convierte en la decimoctava persona en asumir el cargo.
Implicaciones del caso
La sentencia del TRIBUNAL SUPREMO sienta un precedente al ser la primera que fuerza la dimisión de un fiscal general. Este hecho subraya las complejas relaciones entre la institución y el poder político, y plantea cuestiones sobre la independencia y la gobernanza del Ministerio Público.


